Ritmos de cambio, lugares burbuja, aislados y calmados.Slow down, bajar el ritmo para ser más y ser mejor, para hacer más y hacer mejor, calidad vs cantidad. Anoche diez minutos solo para una noticia de un intento de robo fallido en la ciudad, diez largos minutos para narrar lo que aquí parece imposible y en otros lugares no merece ni mirada ni respiro que regalarle, y caras de preocupación, atención al televisor como si el mundo se estuviera rompiendo en mil pedazos. Y quiza se esté rompiendo, quiza sea esta la mirada apropiada, la sorpresa continua por lo bello y por lo feo, por lo que asusta y por lo que nos engrandece.
Sentadas pacificas de iguanas, renegridas, pasmadas, entre bidones de combustible, entre cientificos con claves de identificación, junto al rumor de las olas en una ensenada que casi se cierra en si misma. Cruces de mundo, de bichos, de idiomas, de palpitos de tierra, de calor que sube del suelo volcánico, restos del sol del dia que se evapora de la roca y brisa marina que moja de sal invisible tus brazos y tu pelo.
Niños que trotan descalzos por la roca viva, vestidos blancos sobre pieles negras, contrastes con guiris rosados, alunados, con sonrisas simplonas, parados en cada hoja, en cada recodo, sorteados por guardaparques, por taxis, cruces de mundos en un mismo lugar y en un mismo minuto.
Mañanas de niebla y frio, zonas altas de agua, de nubes grises, de viento y garua, controles de policia para medir velocidad de coches, para evitar atropellos de fauna, un sin sentido a mis ojos a ratos, cuando me infecta el virus de lo eficaz lo operativo y sonrisa inmediata cuando pienso que como decia mi padre “hay todo el tiempo que hay”.