- Y entonces, un día, algo muere dentro de ti.
- ¿Algo muere? ¿Él qué?
Ella negó con la cabeza.
- No lo sé. Algo. A fuerza de mirar, día tras día, cómo el sol se eleva por el este, cruza el cielo y se hunde por el oeste, algo, dentro de ti se quiebra y muere. Y tú arrojas el arado al suelo, y con la mente en blanco, emprendes el camino hacia el oeste. Hacia el oeste del sol. Y sigues andando como un poseso, día tras día, sin comer ni beber, hasta que te derrumbas y mueres. Esto es lo que se llama histeria siberiana.
- ¿Algo muere? ¿Él qué?
Ella negó con la cabeza.
- No lo sé. Algo. A fuerza de mirar, día tras día, cómo el sol se eleva por el este, cruza el cielo y se hunde por el oeste, algo, dentro de ti se quiebra y muere. Y tú arrojas el arado al suelo, y con la mente en blanco, emprendes el camino hacia el oeste. Hacia el oeste del sol. Y sigues andando como un poseso, día tras día, sin comer ni beber, hasta que te derrumbas y mueres. Esto es lo que se llama histeria siberiana.
Al sur de la frontera, al oeste del sol
Haruki Murakami
2 comentarios:
y entonces... algo nace dentro de ti -menos mal que no somos siberianas killa- claro que el tiempo de preparación del terreno de siembra a veces se nos hace un poco largo...
mil besos guapetona.
pd.- ¡ya tengo internet en casa! y adeeseele desos...
pero impresiona el texto eh!!!, mi bella gusto encontrarte en los recovecos de este blog
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