que bien podria ser volar sobre mujer, pero es isla, o quiza por ser isla es mujer. si fuera mujer seria de volcanes y lava, de profundas arrugas de piel cafe, arrugas de tiempo y de juventud, con sombras verdosas llenas de vida, seria mujer rodeada de oceano, tumbada tranquila pero con un corazon de fuego que de cuando en cuando retumba y habla.
un viaje en avioneta, increible, memorias de africa, vaivenes de aire, ojo de pajaro, sonrisa de niño. ocho pasajeros como si mi express tuviera alas. avion de juguete que mira desde el cielo un archielago que deslumbra. canal de itabaca, eco de palabra que suena misteriosa, quien no imagina que bajo ese nombre no naden sirenas. turquesas de aguas tan cercanas que imaginaba ballenas, como voyeaur que a traves de la piel del mar cotillea las intimidades de delfines y tortugas. humedales de verdes y rosadas aguas, rodeados del campo de lava, de los palosantos blanquecinos, lunares, trozos incompletos de volcanes, erosion y explosion. y tras surcar el mar en el avion de papel, Isabela, arida y tremenda, cerro ballena de ocre y arena, y la lava con aspecto de masa de pastel al vertirse, que se arruga en pliegues de sabana oscura, que fluye hacia el mar en solido camino. y en medio de la desolacion y la belleza marciana, retazos de bosque verde y blanco que coloniza, que no se amilana a la roca, que genera y transforma, que invade, como invade la vida, con insolencia y orgullo.
sobrecogida desde esta isla, a la que solo aterrizo y vuelvo a volar, me han llegado las nubes, tapando como en juegos el mar y el horizonte, haciendo sombras de avion y sol sobre el algodon de la bruma. a ratos nubes que parecen islas con la luz del atarceder, al rato islas que parecen nubes por los palosantos y liquenes.
un trozo de retina se ha quedado en este viaje, una emocion de infancia, de caramelo, de sorpresa y lagrima se ha quedado en un vuelo. soñe volar, desee volar, quise volar, aprendi a volar y vuelo.
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