En mis primeros recuerdos esta la casa de Generalife, la salita y una comida de paella. Una mujer a mis ojos diminuta, con un vestido negro cuajado de minusculas florecillas blancas. La imagen perfecta de una abuelita. Me reia cuando Javi me contaba que iba a verla y seguia dandole los domigo la paga de 300 pts, todavia estaban las pesetas, como si en nuestra alma de madres y abuelas, no cupiera que nos hacemos mayores y somos independientes. Una paga que te une a la infancia, el momento que las abuelas se apropian de la ternura de los nietos y nietas.
Sin tener mucha relación, porque cuando las personas nos hacemos mayores, empezamos a mirar mas hacia dentro de nosotros mismos. Envejecer es una tarea complicada sobre la que no nos enseñan. Sabiendo que también ha sido mujer dificil, como lo seremos todos cuando lleguemos a esas edades, donde todo lo vivido nos deja una mirada medio atonita al mundo. Sabiendo que también ha sido querida por los suyos, donde todavia se añoran sus lentejas pegadas, que echareis de menos charlas, discusiones y el trajin de cuidar al otro.
Lo importante es lo que nos queda, los recuerdos que se amarran en nuestro corazón, donde mirar hacia atrás y recuperar momentos de complicidad, de risas, de viajes y paseos, de encuentros familiares, ...y saber que compartir con las personas que nos aman, es aprender y crecer.
Queda en mis recuerdos, la mujer que decía "pa" cuando habia pescado para comer o cenar, con ese acento medio perdido despues de tantos años en Madrid, pero que delataban el Jaen, las aceitunas rajadas, las fuentes y el pueblo de Mancha Real, queda seguir siendo, para siempre Orga o la niña cuando no recordaba mi nombre, apropiación modificada de mi nombre que tanto me divertía y los ganchillos en el primer juego de toallas, azules de la casa nueva, de azulejos de estrellas.
Un beso desde un extremo del oceano pacífico, un abrazo que os acompañe y el deseo de que esteis arrullados con la brisa el mar que os envio