viernes, julio 14, 2017

Divertimentos y estupefaciones

Santiago es caótica, contaminada y alegre
Santiago es una ciudad donde atascarse, sortear autobuses criminales (destartalados y manejados por asesinos múltiples), cruzar sin mirar y por supuesto incumpliendo las señales de los semáforos  (yo ya lo llamo "cruzar a la chilena").  Donde ceder el paso es una practica desconocida y el deporte nacional es dar pitaditas, haga falta o no (¿serán vietnamitas?).

Contaminada hasta limites increíbles, se entra en emergencia con dos de pipas, y está garantizada si hay partido de la selección chilena en fin de semana, porque gane o pierda, se hacen asados por toda la ciudad. Las emisiones hacen que el día siguiente sea de emergencia y que se decidan los números de matricula que podrán circular o no.

Así la cordillera aparece y desaparece, increíble que tremenda mole en fantástico y contaminante truco de magia al mejor estilo David Copperfield.

Y a pesar de todo, me parece una ciudad alegre, llena de vida y de rincones especiales, donde la vida está en la calle, en cafés y restaurantes con terrazas llenas, independientemente del frío que haga (que en algún momento no es poco).


Procedimientos, esperas, colas interminables y notarias
Pasmante, país de trámites.
Aunque existe la posibilidad de hacer citas por Internet parece que o no funciona o no sabemos, la cuestión es que acabamos en interminables filas de personas, confusos, sin saber si es la nuestra u otra, avanzamos como vacas en una manga ganadera, te maltratan. Nadie te dice ni mu. Y como ganado manso aguantamos mirandonos unas a otros con complicidad triste.

Ayer intente informarme, imaginando, tonta de mi, que para solo información no era necesario hacer una cola de más de 4 manzanas. Alcanzo con dificultad el mostrador, y el tipo, borde y grosero me pregunta: ¿que edad tiene?. No estoy preparada para la defensa verbal  y contesto honradamente intentando procesar #quecoñoleimportaaltipomiedad. Ante mi respuesta me dice que tengo que volver a la fila. Hago duples sin llevar cartas, mi cerebro está seco, hasta que oigo al otro de la misma calaña y profesión (frenadores de personas desesperadas ante la burocracia aterradora) que solo pueden saltarse la fila las mujeres embarazadas, y ato cabos, ...como diría Alejandra en mi edad y condición el capullo ha descartado un embarazo (y en paralelo me ha llamado golda ¿?). Me doy la vuelta y vuelvo al trabajo. Hoy no peleare, con esto no acaba ni el guenorro de 300.

Tanto es el Burocracy Glamour, que llega al extremo de la Notaria express. Hacer una gestión sencilla como que otra persona haga algo en tu nombre (con nuestra hispanica y tradicional fotocipia firmada) pasa aquí por un poder notarial. Llegas al notario, sacas numero como en la pescadería, y eres atendido por un auxiliar que comprueba, sella y pasa a la firma express.

Eso si sólo te cuesta 2 lucas (2,6€).

Puestos callejeros, de lo inaudito a la máxima utilidad
Las calles son un no parar de venta callejera, cualquier cosa, cualquier servicio está disponible en la calle. Pasmada veo una mujer que me ofrece cotizaciones oftalmólogicas en la calle, y otra la posibilidad de darme de alta en la televisión por cable (ofertaza),

El móvil-celular se recarga en las farmacias y en los kioskos de chicles. Puestos de tartas (tres leches, selva negra, ...) tartas tipo cumpleaños, llenas de fresa, de crema, de nata, de azúcar, se despliegan en la calle como en la peor pesadilla de un goloso. Sushi para llevar, y todo un ejercito de hippies que te vende productos veganos (empanadas, falafel, hamburguesa de arvejas, brownies veganos). Comer por la calle es inevitable y casi una obligación cultural.

Hay una verdadera obsesión por el cannabis, y los queques (Bizcochos) de maría son un tentempie más fácil de encontrar que un apuesto de fruta (escasos, realmente escasos).

Medias, calcetines, gorros y guantes, chupas northface de pega, abrigos para perros (increible, cientos de puestos de moda canina callejera), puestitos con jengibre, cebolla y cilantro (parece un pack básico para algo que aun no he descubierto). Y si, caí, quien no ha querido tener unos mutones de pelo con huella de oso ;-)

Masa madre y los efectos colaterales
Chile es el mundo de las masas, empanadas de mis tipos, sopaipillas, panes (hallullas, marraquetas, doblado, ...). Pienso en mi hermano Sergio, reventaría, sería un pelotillo feliz. Yo le emulo, y voy picoteando, para que mi guata se haga oronda como un planeta.

Sin embargo no hay paz en el paraíso masil. Con dos amigas gallegas, y en confidencias escatológicas, coincidimos que la harina acá tiene algo. Levaduras, harina, fermentación, ...aún por determinar, pero la experiencia empírica demuestras que Chile podrá poner a la primera persona en la luna autopropulsada por lo que elegantemente se conoce como meteorismo.

Artesanías, artesanas y crazy shopping
Me he regalado un pudú, una talla de madera antigua, viejita y hermosa. El pudú es un ciervito diminuto (30-40 cm de alto) que vive en el sur de Chile. La talla, decapada de pintura con un aire retro y hermoso, me hacia guiños desde un puesto en el GAM. Regateé, soñé, dude y finalmente hice que nuestro encuentro fuera posible. Hoy el pudú viajaba en taxi a la oficina, su hogar temporal.

Ira a vivir con una jirafa y muchos geckos, pájaros y peces a Moralzarzal. El zoo mundial está ya listo, mis nostalgia se anclan en piezas que arrastro por distintos continentes.

Y cuando una tiene la billetera floja, empieza a tontear por Santiago, paseando con luz (raro en estos tiempos de exceso de trabajo) y me disfruto el callejeo por el centro hasta llegar al Mercado de Santa Lucia. Voy buscando una pastilla jabón natural, en un falso intento de austeridad. El resultado final son 3 pantalones y un vestido (y el jabón); me he contenido hay 3 pares de zapatos que me han hecho guiños.